Eterna primavera, eterna tiranía

 
El miércoles 23 de julio fue un día muy esperado. Ese día, por primera vez,  pude “escaparme” de la redacción a las 5 de la tarde y encaminarme al Centro Cultural Español, CCE, ubicado aún en la antigua zona de marcha de Cuatro Grados. Vamos varios amigos de Prensa emocionados porque, por fin, ocurre algo importante en la desesperante rutina guatemalteca.
La gran seguridad que hay en la zona y los cacheos de la entrada nos hace percatarnos de que entre los asistentes está el embajador “gringo”, Stephen McFarland. Pero no es el único. De hecho el salón está llenísimo. No voy demasiado, pero creo que poquísimas veces habrá estado así de repleto. Y es que una fotógrafa prestigiosa, Jean Marie Simon, presentaba una reedición del libro, Eterna primavera, eterna tiranía, con fotografías sobre el conflicto armado guatemalteco. Este libro se publicó por primera vez en 1988; pero hace dos años empezó a notar cierto interés por él aquí, en Guatemala. Así que, aunque llevaba unos 20 años desconectada del país, decidió volver a reeditarlo ampliado con más fotos y texto.      
Cuenta que cuando llegó en 1980 a Guatemala, con 26 años, solo quería permanecer en el país apenas unos años. Su sueño era ser una fotógrafa que retrataba conflictos. Soñaba con ir a Irak, Afganistán… Amnistía Internacional le sugirió que mejor que a El Salvador se fuera a Guatemala, donde casi nadie estaba siendo testigo de la cruel guerra. Y aquí, algo pasó que se quedó 8 años. Se enamoró del país en todos los aspectos, me reconoció en una entrevista que le hice vía Skype hace varias semanas. Después, cuando regresó a EE.UU. nunca más se dedicó a ser fotógrafa. Estudió derecho, fue abogada durante un tiempo, y hace unos años, decidió volver a cambiar de carrera. Ahora, imparte español en un colegio de Washington. Se puede decir que Guatemala marcó su vida.
Desde que me hablaron de ella me gustó su valentía. A Jean Marie la conocí antes que a sus fotografías. Aparecía en un documental herida donde también salía Otto Pérez Molina, del PP, vestido de militar, hablando sobre las armas que utilizaban en el ejército. Sus fotografías las descubrí después. Pero era admirable que hubiera sido una de las pocas mujeres (y hombres) que captó imágenes del ejército y de la guerrilla en plenos años 80 cuando más candente estaba este conflicto que provocó más de 200 mil desaparecidos y muertos.
A pesar de que la firma de la paz fue en 1996 y todo es muy reciente, no hay muchas personas informadas, que quieran hablar del conflicto, sobre todo, en la ciudad; por eso, esta reedición es tan importante. “Gracias por no permitir que esto se olvide”, dijeron algunos, esa soleada tarde en el CCE.
Después de los agradecimientos (algunos eran dolorosos recuerdos) y los visionados de unas fotografías que dicen más que mil palabras, hubo un breve cóctel del que Jean Marie no pudo disfrutar en absoluto. Todo el mundo quería firmas del libro, fotografías con ella, comentarle proyectos personales… Decidí acercarme para darle unas revistas donde está su entrevista y presentarme, pero no me siento cómoda en estas situaciones, así que cumplí mi objetivo, pero huí lo antes posible para poder disfrutar de la exposición de sus fotografías en el Ex céntrico, en zona 1.
Esa vez sí que me quedé sin copa –y sin vino- y ni siquiera pude pasear un poco por la exposición. Había tanta gente que el ambiente estaba irrespirable, por lo que preferí bajar al bar donde también se acumulaba la multitud, pero circulaba más el aire. Es un gusto poder reencontrarte con gente interesante, con proyectos tan atractivos, y a personas nuevas que tanto pueden aportar.  Últimamente me doy cuenta de que si algo no falta en este país son las ideas. Los pensamientos originales. Los buenos proyectos. Solo conocerlos me hace sentir viva. Me enriquezco de cada uno, aunque no participe en ninguno aún. Algún día, quizás. Cuando encuentre el mío. Por ahora solo observo, escucho, aprendo y escribo.
Hace poco conocí Ixtabay, con catacumba incluida. Un lugar acogedor que funciona como “club cultural” en la noche, con conciertos en directo, y por el día como academia, donde se enseña, por ahora, música, pero en breve también danza y pintura. He pensado en apuntarme a algún curso. Quizás, al de danza. Siento una necesidad imperiosa por hacer cosas nuevas. Por de pronto, he solicitado meterme en un curso de serigrafía.
Otro proyecto muy bonito, del que ya hablaré más adelante, que ya está en marcha es el de la página web: www.losprofesonline.com, donde se enseñan diferentes cursos de diseño vía Internet. Muy útil para los periodistas y para todos aquellos con poco tiempo, pero con muchas ganas de aumentar conocimientos.     
Sin embargo, sé que lo más enriquecedor de todo son las personas. Hay tantas. Otro excelente fotógrafo, Santiago Albert, nos invitó a tomar café a su casa de La Antigua y nos abrió los ojos: “En Guatemala faltan tantas cosas por hacer”, decía. Y lo mejor de todo es que nosotros las podemos hacer, participar en el cambio. Seguramente Jean Marie nunca lo vio en su momento, pero ella fue, y es, una figura clave para el país. Dio voz a muchos de los que sufrieron el conflicto. Gracias a ella nadie olvidará lo que pasó aquí en esos oscuros años.  
 

Acerca de azaratana

Una habitante más
Esta entrada fue publicada en Personal. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario