Mi peluquero

 
La peluquería a la que voy es totalmente diferente a cualquiera que hubiera visitado antes. Sin lugar a dudas es la mejor que he conocido nunca. De hecho, es mucho más que una peluquería. Es un comedor, es una tienda, es, en una palabra, una casa. En la fachada tiene colgadas varias camisas, vestidos, bolsos… En el interior, joyas, zapatos, guantes,  gorros… A la entrada a la izquierda hay un par de espejos con muebles y sus respectivas sillas: la peluquería. A la derecha está la salita de espera, con varios sillones, donde están sus amigos y en esta ocasión, también su madre. Un mueble con estanterías sirve para separar el siguiente ambiente y contener distintos libros hechos de cartón de un poeta que no conozco y que también están a la venta. Detrás de estas estanterías se encuentran cuatro mesas con sillas: el comedor. Después, al fondo, está la cocina, separada por un semi muro pintado de color rojo y con rallas de diferentes colores, que ha hecho él mismo, mi peluquero, Ronald, el dueño de este curioso y acogedor sitio. “Cuando estoy en crisis me da por decorar mi jaula”, comenta. “Yo escribo”, contesto.  Cada uno se desahoga como puede o sabe. La cocina ocupa casi toda la parte de atrás, excepto un pequeño pasillo, por el que se llega al baño, que es como el de cualquier casa. Para lavarte el pelo tienes que inclinarte como si lo hicieras en el lavabo de tu casa. Un poco incómodo. Pero, aún así, merece la pena venir a esta pelu por todo lo demás. Las paredes tienen un montón de cuadros, hechos por amigos suyos, artistas como él, que aportan alegría al entorno.
 
Cada detalle tiene un toque personal, por ejemplo, la copa de la que él bebe está pintada de varios colores. “Me la hizo un amigo”, comenta. Y por supuesto, la música, que nunca puede faltar en este país. Pero, a un volumen medio, es decir, también se puede conversar. La mayor pasión de Ronald. Un experto en sacarte sentimientos, palabras, reflexiones… Y casi, como un psicólogo, en aconsejarte: “Estás en crisis, pero tienes que pensar bien, antes de decidir que vas a hacer”, me recomienda. “En épocas malas, todos queremos estar con nuestra madre, pero no podemos huir de los problemas, porque en la vida siempre van a surgir y hay que saber enfrentarlos”, dice. “Además –inquiere- qué voy a hacer yo sin hacerte estos cambios de look”.
 
Enseguida, me pregunta cosas de España y me confiesa que nunca ha salido de “este pueblo”. “¿Por qué?”, le pregunto estúpidamente. “Cuando uno tiene responsabilidades (señala a su madre) pierde libertades. Tengo una amiga, que me ofreció que me fuera a vivir con ella a Austria” y continúa, “pero me lo paso muy bien con mi madre (quien se moviliza en silla de ruedas). Siempre cargo unas cucharillas de metal y a veces, nos ponemos a comer helados. Ella es heladomaniaca. (se ríe). Además mi trabajo es bien bonito”. Recuerdo, otra vez, que soy una minoría en el mundo que puede viajar. De hecho, creo que mi sueño, hoy por hoy, se resume en este: en viajar. Llevo días planificando salidas, nuevos países o ciudades que conocer. Últimamente casi de forma compulsiva y obsesiva no paro de mirar vuelos. ¡¡Necesito salir!! Otro país, otra realidad, otra cultura, otro aprendizaje… Y vuelvo a sentir un poco de miedo de nunca querer detenerme. De aburrirme cada cierto tiempo y necesitar cambiar. De nunca querer sentar cabeza, como diría mi abuela…
 
Pero, no me desvío de mi tema: mi peluquería. Es la única que conozco en donde mientras te cortan el pelo puedes degustar chocolate, comida casera o una cerveza. Y muchas veces gratis. Ronald lo prepara y te invita. “Déjate querer. Te va a caer bien”, me dice mientras me ofrece una deliciosa Gallo. Acabó mi dieta de antibióticos. Y por fin, he recuperado el apetito, pero estaba preocupada, porque no conseguía que me volviera a gustar, como antes, la cerveza. Me costaba terminarla. Sin embargo, hoy estoy relajada y la Gallo entra sin ningún esfuerzo. Vuelvo a ser yo. “Tú que conoces mundo. ¿Cuál es la mejor cerveza que has probado? Es que yo soy de marihuana…”, reconoce bajando el tono para que su madre no se entere. “Un día tú te emborrachas con cerveza y yo con marihuana”, me propone. “Bueno, a mí también me gusta la marihuana”, protesto.
 
Me pregunto si conseguirá ganar dinero con este múltiple negocio, porque pareciera que todo lo hace por amor al arte y que solo con poder hablar con la gente y satisfacerla es suficiente. Un maestro.
 
Siempre he pensado que Ronald se merecería un reportaje. Tiene casi 41 años y una vida difícil. Enseguida confiesa que es homosexual. No hace falta que lo diga, porque es evidente y eso en este país es casi como un crimen. Pero, a mí me gustan los valientes, como él. Hoy mi día valió la pena por él. Me cambió de look y me volvieron las ganas de escribir. Con mi pelo negro y largo se fueron todas las energías malas y negativas. Y con mi nuevo pelo rojo, cortito, crecieron las buenas vibraciones y las ganas de vivir, de disfrutar de la vida en Guatemala. De lo bueno que tiene este país, en el que conozco a personas como mi peluquero.   
 
 

 

Acerca de azaratana

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6 respuestas a Mi peluquero

  1. Lorena dijo:

    Nunca dejas de sorprender, Anita. Y parece que Guatemala tampoco.Disfruta.

  2. pilar dijo:

    Relamente hizo un buen trabajo contigo….je,je. Estabas muy guapa con tu pelo rojo.Además de peluquero, psicólogo, consejero…El buen hacer de Ronald nos ha llegado hasta España a través de Ana y parece una persona digna de conocer…de esas personas "raras" que tanto admira Ana….Bsos

  3. Ana dijo:

    jejejeje Pos sí, tengo como un imán especial, pero me encanta esa facultad de conocer a personas especiales jejeeje Un besote, Pilarín!!!! Espero que disfrutes de las cañitas por los Madriles en esta época de calorín!!!!

  4. clara dijo:

    Ronald!!! cuánta falta me hace!!! conozco esos muebles, esos espejos y desde luego ese subidón de autoestima que solamente se consigue allí con él. El mejor lugar para fumarse un cigarro es donde Ronald! y para sacarse el estrés, para aprender a de una vez por todas valorar las buenas cosas que uno tiene y claro, para no solo quedar guapa, sino con tu mejor cara.

    Si lo vuelves a ver dile que la clara lo extraña enormemente.

    • azaratana dijo:

      vaya, pues yo ya estoy en España y hace como un año fue la última vez que le vi… totalmente de acuerdo en todo lo que dices! Es una persona mágica, de esas que te transmiten con solo una mirada… ayyy, qué recuerdos!

  5. Maria dijo:

    El tío de todos.

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