Entre visillos de Carmen Martín Gaite

 
Me habían recomendado no leer este libro en mi estado anímico actual, un poco deprimida, porque es una obra triste. Pero, cuando fui a la biblioteca de Moratalaz a coger una guía turística sobre Ámsterdam, no pude resistirme. Su autora es Carmen Martín Gaite, una genia de la escritura que descubrí gracias a la mejor profesora de Literatura que tuvimos durante la carrera. En este libro, su primera novela, publicada en 1957 y que obtuvo el premio Nadal, Gaite reproduce las conversaciones de un grupo de personas, sobre todo mujeres, que viven en una pequeña ciudad de provincia, se cree que Salamanca dónde ella nació. Con estos diálogos se retrata la sociedad española de los años 50. Es una vida muy rutinaria y aburrida hasta que aparece en la ciudad el alemán Pablo Klein, diferente y con ideas mucho más liberales, que dará clases de su idioma en un instituto femenino, no religioso, como en el que estudió Gaite en Salamanca.
 
En esta novela se aprecia que hace no tanto tiempo aquí, en España, la opinión de las mujeres no contaba nada y estaban, totalmente, supeditadas a la autoridad de los hombres. Julia, de 27 años, y su novio Miguel ansían vivir juntos en Madrid. Pero Julia se encuentra con la oposición de su familia que cree que Miguel no es un buen partido por no ser de buena familia, ni tener dinero, ser director de cine y llevar un aspecto desaliñado. Sus dos hermanas también tienen serias dificultades para ser felices. La mayor, Mercedes, casi en la treintena, es una persona reprimida que se opone firmemente al noviazgo de su hermana Julia y que, aunque despotrica de los hombres, se acaba enamorando de Federico, un pretendiente de Julia, pero nunca lo confesará quedándose, por tanto, soltera para toda la vida. La pequeña es Natalia, el único apoyo de Julia, la más rebelde de todas, que animada por su profesor de alemán se atreve a soñar con estudiar una carrera en Madrid pero tiene miedo a decírselo a su padre, quien se opondrá seguramente. Gertru, su amiga de la infancia, se ha prometido a la edad de 16 años a Ángel, un aviador muy mujeriego que no dudará en ponerla los cuernos y en prohibirla seguir con sus estudios, algo que la joven Gertru, a pesar de sus deseos, acepta sumisa. Elvira, parece la más liberal. Quiere ser independiente y libre. Pero no lo consigue. Está enamorada de Pablo pero, al final, decide optar por casarse con Emilio, amigo desde la infancia, que representa la seguridad pero no la felicidad.
 
A este mundo conservador e hipócrita llega Pablo, desde Alemania. Al principio innova con métodos nuevos en la educación, no exigiendo la asistencia, paseando con las alumnas e interactuando con ellas, dando aprobados generales a la clase para que aprendan solamente las que quieran hacerlo. Intenta aportar su punto de vista, tan diferente a los habitantes de esta pequeña ciudad que, por otra parte, están encantados con su atractiva presencia. Sin embargo, al final, se contagia de este ambiente. Se desanima. La falta de imaginación, el aburrimiento, la rutina son contagiosas. Hay que huir de esta situación. Quizás es lo que todos hacemos, incluida yo, cuando nos apuntamos a clases de baile, planeamos viajes o nos marchamos a otro país para vivir experiencias nuevas. Esa es la moraleja del libro que saco yo, en este momento. Porque, afortunadamente, hoy en día, estamos en una sociedad en la que no hay tantas dificultades para que las mujeres acabemos diseñando nuestro propio destino sin la necesidad de un hombre. Por lo menos en mi entorno nunca ha sido así. Aunque, soy consciente que todavía hay muchos lugares, incluso muy cercanos, donde las mujeres dependen de las decisiones de los hombres –ya sea su padre, su hermano o su marido- . Por desgracia, queda mucho camino por recorrer para llegar a la tan ansiada igualdad entre hombres y mujeres en el mundo.
 

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